viernes, 29 de junio de 2012

Entrar por Coates

Érase una vez en Esocia un joven segoviano escuchando Eddie Vedder y creyéndose especial...

Solo espero que nadie entre por casualidad a este blog. Va a ser un diario online para desahogarme con locuras mentales lejos de cualquier fin. Como una receta en estas "páginas" volvaré las ideas que produce mi rutina. La rutina de un chico de veintidos años que ha vuelto a Edinburgh por obsesión con la ciudad. Todo el proceso de asentar mi culo en este incómodo asiento gris y húmedo, pero inevitablemente encantador. Todo ello aliñado como no, de una historia de amor. Que fue, dejo de ser, volvió a ser, volvió a dejar de ser y puede o no volver a ser.

Emocionado con la última vez que volví para pasar el Hogmanay a finales de Diciembre esperaba llorar al entrar en Edinburgh. Pero olvidaba la magnífica naturaleza paupérrima de esta tierra, con toda la ciudad en obras y de guía de una profesora que iba al Campus de Glasgow entró el Airlink por Coates como siempre. Ya en Haymarket comenzó el tren de la bruja, callejeo e impasibilidad ante una lluvia emocionante fuera. Pero los nervios, las dudas o algo que no sé explicar me impidieron disfrutar de la magia de volver.

Ansioso bajé con las maletas en Waverley tras las piruetas para entrar en el centro. Allí estaba María, pelo liso y atractiva, un cuerpo flexible delgado y caliente. Pero no sentí nada. Hicimos risas y emprendimos el camino a casa, la cuesta de Cockburn, con la tensión obvia tras tantos silencios, palabras y ruido de fondo. Yo disfrutando del aire, ella disfrutando de mi compañía, alucinada como yo, de que volviese a estar allí, en la ciudad que nos conocimos, en la ciudad en que le abandoné, en la misma ciudad donde ahora pretendía comenzar una aventura independiente y ligero.

Llegamos a Guthrie donde las risas y bromas se mezclaban con tensión, ninguno quería dar un paso adelante. Tabaco, anécdotas, nos pusimos al día de manera amigable, como yo pretendía, guardando mi orgullo e interesándome como el nuevo amigo que pasaba a ser ahora.

Llego Jus, llegó Sara, llegó un vino blanco dulce, las cervezas y los problemas. Llegó Álvaro y abrimos el patxaran, llegaron Jimmy y Jamie cuando estábamos camino a El Barrio. Pero nos apoltronamos, la conversación dejó de ser de mi interés progresivamente hasta las 02.00 que quise irme a la cama, sin decirle nada a nadie, excepto a Sara y María me retiré. El speed que trajo Alvarito no me hizo ningún efecto. Me puse la camiseta de La Apisonadora y me metí en la cama, con el orgullo intacto y una pinta de agua, solo. Entonces entró ella, al igual que aquel día que volvía solo con Moses para casa. Entró María dando el paso, si no fuera ella nunca le hubiese conocido. Se sentó en el borde de la cama y me acaricio con deseo, temple y tacto, me dijo que estaba raro y no se exactamente como caímos en abrazos y carantoñas. Se fue, y le seguí, no se en que momento...

Solo quería un abrazo pero le pregunté si podía dormir con ella. Obviamente accedió, hablamos nos revolvimos pero no hubo sexo. Al día siguiente volví a despertar con ella al lado. Todo era a medio gas, recordaba lo feliz que era al despertar a su lado pero no sé si tenía la misma sensación. Se fue a trabajar y salí a la calle...

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